Cuando me vaya...


"sonrisas......" por Ivonne Callejas (Visto en Flickr,
con licencia CC Atribución-No comercial-Compartir igual 2.0 Genérica)

A Jose.
A Nerea.
Y a Israel.
Y a todos los que me han hecho sonreír alguna vez.
Gracias.



Cuéntales, si te preguntan, que yo nunca quise irme de verdad: que fue la vida la que me obligó.

Háblales de la niña pequeña que fui: la que no sabía hacer nada si no era con una sonrisa o con una risa asomando; la que se inventaba mundos e historias de la nada cuando nadie miraba; la que no entendía porqué todos se extrañaban... Y la que se preguntaba cómo era que no hacían todos lo mismo.

Enséñales mis apuntes de historias: diles que yo no quería morir, que no soportaba la idea de convertirme en la nada, en un recuerdo pasajero... Y que, por eso, escribía cuando podía: para asegurarme de dejar algo intrínsecamente mío detrás.

Diles, que yo escribía porque no sabía hacer otra cosa: porque cuando juntaba letras me sentía más viva y más libre que muchas otras veces; porque mi cabeza era demasiado hiperactiva como para dejar de pensar en el ¿y si...?; porque escribir era una forma de desahogarme y de realizarme...

Porque, en fin, escribir formaba tanto parte de mí que no me sentía bien cuando no lo hacía, como si yo no estuviera en mí...

Cuando me vaya, háblales de todo aquello que siempre quise hacer: contemplar la puesta de sol contigo a mi lado y el mar enfrente; sentir la brisa en mi piel y la caricia de una paz interior tan grande como el mismo océano.... De los viajes que quise hacer y de todas las vidas que quise vivir; de todos los sueños que guardé y de las personas a las que amé...


Cuando me vaya, háblales también de lo que perdí. No quiero lástima, sólo que intentes enseñarles lo que yo aprendí y no siempre supe aplicar para mí: que la vida es preciosa siempre, que merece la pena vivirla siempre, hasta en los peores momentos... Porque sólo tenemos una, y hay que aprovecharla al máximo: sin miedo, sin inseguridad, sin dejarnos que nos consuma la culpa o nos ciegue el odio... Porque entonces vivimos sólo media vida y no toda.

Cuando me vaya, háblales de cómo me vieron una vez: digna de admiración, fuerte, optimista, capaz, superviviente.... Y cuéntales mis defectos: que era olvidadiza, un despiste; que tenía poco espíritu de sacrificio aunque no soportara perder un reto; que era bastante ingenua en ocasiones y demasiado maliciosa y desconfiada en otras...

Diles todo eso, y más.

Háblales de aquel brillo pícaro en mis ojos; de lo que me gustaba bromear y sacar de sus casillas a los demás; de mis impulsos, de mis recelos; de mis muchas caídas y de mis éxitos... De lo mucho que me costaba expresar mis sentimientos y de lo mucho que necesitaba la compañía y el contacto...

Y tú...

Tú recuérdame como más te guste: sonriendo, frunciendo el ceño; siendo cabezota, frágil; riendo contigo, o peleando...



Mi corazón rebosa cariño hacia ti.

Puede parecer un texto triste, pero yo sonrío.

Tú haces que sonría. Aun sin saberlo, aun sin proponértelo.

Si tuviera que quererte por una sola cosa, te querría por eso.

No sabes cuánto puede significar una sonrisa en un determinado momento.




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